jueves, 2 de noviembre de 2017

La reunión en el Barrunte.

    -¿Vas a venir a la reunión?
    -Claro, ya estoy cerca.
    -Vale te espero.
    Colgué y apresure mi paso hacia la librería del ayuntamiento. El zócalo estaba lleno de gente, de puestos de ventas, catrinas esperando algo y niñas y niños pidiendo calaberitas. Entre a la librería, sonaba música disco y fui recibido por un joven vestido de negro.
    -Hola, ¿a quien busca?
    -Vengo a la reunión.
    -Claro, pasa, toma asiento.
    Me senté por un momento en una silla que estaba cerca de la caja registradora, pero después de unos pocos segundos, me pare enfrente de un librero y me puse a leer algunos poemarios de poetas mexicanos contemporáneos  Poco a poco siguieron llegando los demás integrantes del Barrunte.
    -Vamos a comenzar la sesión.
    Nos reunimos al rededor de una mesa. Un tal Osvaldo estaba revisando y corrigiendo un relato, realmente estaba concentrado en eso. Carlos, el que me recibió y es el coordinador, saco su libreta y empezó a anotar el itinerario del día. Omar imprimía lo que había preparado para este mes. Yisus, un chico alto y delgado, se sentó en la única silla disponible, justo a mi lado izquierdo. A mi lado derecho se paro Kharel, una chica de lentes. Del otro lado de la mesa, estaba mi amiga Julisa.
    -¿Qué es lo que tenemos?
    Ellos discutían sobre sus problemas con el editor del periódico  leyeron el material que tenían para publicar este mes de noviembre: cinco poemas, un ensayo, dos cuentos y un buen dibujo. Ellos criticaban que lo que hacia falta a cada texto, decían lo que opinaban respecto a y daban sugerencias. Digo ellos, pues yo solo observaba, no pronunciaba ninguna palabra, solo escuchaba, veía y a veces sonría por las ocurrencias que decían. El dibujo que llevaron era magnifico, en ese mismo momento que lo examinaba, llegaba a mi mente las palabras indicadas para escribir un pequeño poema, mientras los demás tomaban un descanso para hablar de cosas banales.
    Al final de la sesión me fue solicitada mi opinión, a lo que yo dije: "Todo este tiempo, aunque no pronunciara nada, los estuve observando como trabajaban y me gusto mucho el material que trajeron, en especial el dibujo y escribí algo acerca de él, ¿quieren escucharlo?". Esa fue mi carta de presentación, les leí lo que escribí, pareció gustarles: Osvaldo menciono que le recordó algo en latín (?) y me sonreía amablemente; Kharel dijo que era muy bueno; Omar  Carlos y Yisus también les agrado, y el primero me sugirió que no fuera tan lineal en mis metáforas.
    Todos nos despedimos de todos, Kharel, Carlos, Julisa, Omar y Osvaldo, quien me regalo un abrazo y Carlos me dio la bienvenida. Como tenía ganas y dinero para comprar un libro, antes de irme le pregunte a Omar si en el catalogo de la librería estaba presente el nombre de Blanca Varela,  mi nueva crush literaria; nada de nada, estaba descatalogada o dada de baja, no había, estaba perdida. Entonces fui a ver las ofertas y me lleve un libro muy barato de Sabina Berman.
    Todavía esperaría una hora para esperar a mi familia en la terminal de autobuses, así que anduve rondando por todo el zócalo que estaba aun más activo, ruidoso y lleno de gente que dos horas atrás. Frente al palacio de cultura, el grupo Matute y su pandilla tocaba, su vocalista es solo una niña con una voz increíble, muy bonita. Sus compañeros, niños, igual que ella, que rondan los 10 o 13 años de edad. Tocaron clásicos de la cumbia, regionales y del texmex  De pronto, tras la espalda de todos los presentes, una marcha de feministas protestaban contra la violencia a la mujer, los feminicidios y la violencia en pareja, muchas de esas personas vestidas de negro o de catrinas o catrines, con pancartas, velas o ramos de flores en sus manos. Quería tomar una foto a un grupo de chicas que eran parte de esta marcha, pero llegue demasiado tarde y me quede "vestido y alborotado" con celular en mano, disimulando que estaba escribiendo un mensaje.
    Seguí buscando en la librerías cercanas algún libro interesante que comprar. Estaba El arte de amar de Erich Fromm, que no baja de 100 pesos mexicanos; también estaba Querido Diego, te abraza Quiela de Elena Poniatowska, que me parece un libro muy caro, pero bueno, de solo 60 paginas. Ya he leído los dos, pero quiero mi propio ejemplar. Faltando 10 minutos en el temporizador para indicarme la hora para irme a esperar a mi familia, me encontré con dos amigos y nos fuimos juntos en la combi. Yo me baje en el mercado. Para que la espera fuera más agradable, me compre un atole de avena. Viente minutos pasaron y mi familia llego.
    Mi hermano menor corrió a abrazarme, a mi hermana le dí lo que me sobro de atole y a mi madre la abrace. Yo cargue con la maleta pesada, como acostumbran traerla; la subí al taxi y nos fuimos a la casa. Estoy muy alegre por este reencuentro. A pesar de que mi hermana no trajera de vuelta mis dos libros que deje en Acapulco.
    Sin más que agregar, me despido y hasta la próxima entrada.

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