sábado, 23 de diciembre de 2017

Doña Navi

I
¿Te has quedado alguna vez dormido un rato, cuando alguien más acaba de dormir para siempre a tres metros, en el piso de arriba?

Y pensar que tú estabas debajo de su espalda fría cuando dio su último suspiro y no cerró los ojos, pero unas suaves manos los cerraron para que descansara.

Y tú te quedaste dormido esperando a que cerrara los ojos y te lo perdiste (se siente extraño). Momentos antes te tomaste el lujo de ver morir al sol en el atardecer, pero no la gracia de ver el ocaso de esa persona.

Y creer que ese cuerpo tuvo nombre, y aún lo sigue teniendo, aún siendo un cuerpo inerte. Escuchas el rosario y no quieres subir para ver, ver a tu madre llorar, a tus vecinos, a la demás familia. Esperas a que ellos bajen y tú les puedas dar un abrazo, uno muy fuerte.

Se cayó un vaso de vidrio, pero es más ruidoso el llanto, el coro femenino del rosario. Suaves voces entrecortadas cantan versos religiosos de los cuales desconozco. Rezan y se les escucha como el nudo en la garganta se les aprieta, casi sin dejarlas respirar.

(Aquella persona, cuerpo quieto, frío, se llama Doña Navi)

Doña Navi
Doña Navi
Don Lino y Doña Navi.
¿Que sera de Don Lino sin su Doña Navi?
Él parece tranquilo, inmutado.
¿Quiere mostrarse fuerte o ya estaba preparado, como si ya lo hubiera anotado en su calendario?
La pareja siempre junta. La historia cuenta que él la robo desde muy chica, y creer que todo culminó hace algunos momentos.
En el momento en el que estabas somnoliento, entre la vigilia y el sueño.

II

Casi las dos de la mañana y la gente espera el regreso de su cuerpo, rezando, aguantando el sueño y el cansancio, yo sigo aquí, observando el evento desde lejos. Pues mi mente esta pendeja, sin saber qué hacer.

Puto miedoso, espero que nadie suba a verte en tu funeral, y mueras solo. Un ataúd acompañado de un rosario sordo e inexistente, con cirios y flores, el olor a café y a pan que van enfriándose, poniéndose al tiempo, sin sabor, y tú incapaz de tomar un sorbo o dar una mordida.

Tú, presenciando tu funeral, único espectador, atrapado en tu ataúd. Gritas sordamente. No te puedes mover y el aire se acaba. El brillo de los cirios va disminuyendo poco a poco, como el aire adentro, como la vida en tus entrañas. Que te queda más que dejarte morir, pues nunca viviste la vida como debe ser vivida. Siempre en piloto automático, dejándote llevar por la gravedad, por el viento y la corriente en cualquier lado. En vez de vivir, tú estabas muriendo, sólo que no estabas bajo del suelo, enterrado; pero si enterrado por tus penas y malos hábitos.

III
Mediocre, como siempre. Miraste su partida a medias, hablaste con Doña Navi, te acercaste a ella, a medias. Al igual que amas a las personas, de a pedazos, incompleto.

-23/diciembre/2016

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