No cantes así, mujer,
que se me estruja el corazón.
Veo tu rostro y tu mirada,
no sé que, no pienso en nada.
Me entristece mucho, mucho,
que nunca estaré a tu lado.
Y siempre me repito:
No tienes la culpa de sentir,
lo que sientes.
Pero por favor, mujer,
deja de echarle leña al fuego,
que de mi, solo quedaran las cenizas.