Durante las mañanas,
el poeta se levantaba
de una cama distorsionada,
distorsionada por los sueños
más rectos del mundo.
En él ya no quedaba rastro
de impulsividad emocional,
disfrutaba de lo cotidiano,
lo extraordinario le parecía exagerado.
Desconfiaba de su intuición,
pensaba y pensaba y pensaba,
no tomaba una decisión
hasta que cada detalle estuviera claro.
Mucho menos confiaba en sus sentimientos
antes habían sido muy turbios e inestables.
Había sufrido más de lo debido.
La espontaneidad era su enemigo.
El poeta ya no esta enamorado
el poeta ya dejo de ser tan cursi
el poeta ya no escribe poemas
de rosas, de paraísos,
de ella y de, amor, sus arrebatos.
El poeta dejo de escribir
tanto poema de amor,
que había sido su tema principal
desde que adolescente enamorado
comenzó a soñar.
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