Aceptas tal cargo, no tienes
tanto inconveniente porque aprendiste a hacer un periódico en el bachillerato,
en una clase de informática. Conoces el software indicado para el trabajo y
solo basta con que revises algunos tutoriales, para ponerte al corriente. Al
día siguiente, ya tienes lista la plantilla y solo esperaras el contenido que
se le agregara al periódico ese mes. Tus compañeros estarán asombrados, pero
nada más.
Otras tres reuniones semanales
pasaran, aún no te enviaran sus textos hasta que sea el último domingo, antes
de la impresión del periódico. Toda esa mañana la dedicaras a acomodar el
primer borrador, porque en la tarde serás citado por el coordinador para checar
algunos detalles. Llega la hora de la cita, lo esperas en la librería donde se
hacen las reuniones del colectivo, llega tarde. Le enseñaras tu progreso, le
gustara. Al acabarlo, te das cuenta de que aún falta otro cuento, que hace
falta para rellenar un gran espacio en blanco. Tu compañero, encargado de
escribir ese cuento, al marcarle te lleva a buzón y te dira el coordinador que tendrás
que esperar al día siguiente para agregar eso último. Tienes un poco de
problemas con eso, pues la impresión es el martes.
El lunes despertaras algo
estresado, tu compañero aún no envía su parte. La mañana avanzara, iras a la
escuela, te iras a comer con unos amigos y justo antes de dar el primer
mordisco a tu taco, recibes el documento electrónico y adjunto unas disculpas y
agradecimientos por la paciencia. Acabas de comer, te sientas a trabajar.
Después de algunos ajustes al texto, envías el borrador final a tu coordinador,
él lo reenvía al grupo de chat del colectivo. Les dice a todos que tendrán una
hora más para revisar por última vez el borrador. Te desesperas cada vez más.
“Oye, podrías quitar esa sangría
que esta demás” un mensaje de este tipo, te llegara y harás el cambio rápidamente.
Envías la versión final al grupo de chat, esperas a que no haya otra corrección
que hacer y… pasa la hora y se envía el documento al director del periódico
para su impresión. El director lo recibe, pero no responde, el estrés llena tu
cuerpo.
Esa noche te vas a dormir, o harás
como que duermes, pues tendrás pesadillas; soñaras que el periódico no se
publica, te sentirás agobiado. En la mañana del martes, muy temprano, iras al
puesto de revista y no encontraras el periódico, tendrás pánico. En todo el día
pensaras en que no se imprimió y estarás muy estresado. Tu jornada en la
universidad acabara. “No te preocupes, si se va a imprimir, ya veraz” te dirá tu
amiga que también es parte del colectivo, desde mucho tiempo antes que tú. Te
despides de ella y te bajas del urbano. Corres al puesto de revista y ahí lo
encuentras, gris y arrumbado, casi como si se ocultara de ti. Primero lo hojearas
y después lo pagaras, ¡si se imprimió! Correrás a la librería a contar la
noticia y el estrés habrá desaparecido de tu cuerpo. Tus compañeros te
elogiaran por el buen trabajo que hiciste, incluso alguno de ellos te darán un
abrazo. Un rato después, te despedirás y te iras a tu casa a hacer toda esa
tarea que tienes para el día siguiente, pero ya con un sentimiento de
tranquilidad absoluta.
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